𝗡𝗼𝘀 𝘃𝗮𝗺𝗼𝘀 𝗮 𝗹𝗮 𝗰𝗮𝗰𝗮, 𝗾𝘂𝗲 𝗻𝗼 𝗮 𝗹𝗮 𝗺𝗶𝗲𝗿𝗱𝗮. VOL. VIII. b: Orgullo y prejuicio

Antes de comenzar, soy consciente de que muchos no entenderán de qué estoy hablando y la lluvia de comentarios calificativos (homófobo, facha, etc.) caerán sobre mí. Ya Kierkegaard postuló que siempre seremos calificados porque el ser humano tiende a comprender todo de acuerdo a grandes universales en los que encasillar. Creo necesario decir también que, además, tengo varios cursos en Diversidad sexual, cursos en los que he aprendido mucho y cursos en los que se han dicho burradas que van contra toda tentativa de cordura. Es decir, todo lo que escriba aquí lo hago desde mi propia experiencia vital, experiencia que me ha marcado y ha hecho que yo, también, saque conclusiones y etiquetas. Todo aquel que no esté de acuerdo estará en su derecho de discrepar, me parece justo; por eso vuestros testimonios pueden servir para demostrar que estoy equivocado.

Yo soy #demisexual, un término muy complejo de explicar pero muy fácil de entender. Cuando era un adolescente -pongamos 15 años- y mis amigos decían aquello de “Fulanita está buenísima”, ya a esa edad yo les hacía esta pregunta: ¿en qué criterio te basas para decir eso? Es decir, no soy capaz de ver la belleza en alguien hasta que conozco a esa persona en profundidad. Los demisexuales somos gente que media entre la asexualidad y la sexualidad en sus diferentes formas (homosexualidad, bisexualidad y heterosexualidad). No sentimos excitación de ningún tipo si no tenemos un vínculo muy estrecho con la otra persona. En mi caso, por ejemplo, no entiendo el porno: me parecen películas irreales sin argumento y, no, no siento ningún tipo de excitación. De igual manera, he salido tanto con chicas como con chicos y he mantenido relaciones sexuales con unas y con otros. Y creo que esto basta para entender lo que voy a criticar ahora. Si queréis saber más de mi demi, estaré encantado de responder a todas vuestras preguntas. ¡Y no me vengáis con que vosotros también soy demisexuales! (frase que esucho muy a menudo cuando trato de explicarlo): si sientes atracción física hacia alguien, sea del tipo que sea la atracción física, pero no conoces a ese alguien… no, no lo eres. Si alguien te ha parecido guapo a simple vista, no, no lo eres…

Además de esto, soy PAS (persona altamente sensible). La mínima cosa me desestabiliza emocionalmente o me produce una inmensa felicidad. Pero si tenemos en cuenta que no estoy bien, que desde hace cinco años voy a tratamiento psicológico y que no acabo de levantar cabeza... Depresión y ansiedad, ese es el cuadro, y yo lo sé, he intentado poner soluciones pero cuando parece que todo se encauza… Ahora entenderéis.

Pero al grano, ¿por qué comienzo diciendo esto? Pues porque por esa condición de una sexualidad divergente, se me integra en el colectivo LGTBIQ*+. Colectivo que ha asimilado que la falta de principios tan propia de la sociedad nihilista en la que nos desenvolvemos es marca de libertad en lugar de libertinaje y moral. Nuestra sociedad carece de principios como honor, bondad, altruismo, confianza… sólo le interesa su propio placer (egoísmo). Pues bien, a veces, cuando veo las actuaciones del colectivo LGTBIQ*+, veo un circo, un espectáculo en la que unos se morrean semidesnudos con otros que no conocen de nada. Ver eso me duele, me duele porque se supone que el colectivo me representa y, en todo caso, es todo lo contrario de lo que soy.

Por otro lado, en esas relaciones que he tenido con hombres y con mujeres, puedo decir que las parejas femeninas han sido siempre más honestas, sinceras y preocupadas; llegando incluso a la toxicidad porque realmente trataban de vivir por mí. Los hombres siempre, y digo siempre porque se cumple en todos los casos, han sido mentirosos, infieles y viciosos. Cualquiera de los que me lee y conoce sabe bien de quiénes hablo y sabe perfectamente hasta qué nivel han llegado sus mentiras y todo el daño que han hecho, no sólo a mí, sino a su propio entorno. ¿Cómo no voy a tener prejuicios cuando todas mis experiencias se han desarrollado de la misma manera? Cuando se lo contaba a la psicóloga ella me hablaba de la “profecía autoincumplida”; pero no, no es una profecía que uno de los chicos con el que empiezo algo esté viviendo con su pareja desde hacía 7 años. Eso no lo he condicionado yo, ya vino con el pack y yo me he enterado hace un mes, y después de un año de que llevaba relación, de que todo era una mentira. Este sujeto, por cierto, sabía perfectamente que yo soy como soy.

Así que en la búsqueda de nuevos contactos para amistad, porque para tener algo con alguien primero debo tener una amistad que me permita formular el vínculo, me he creado todas las redes sociales (que odio) para conocer gente nueva: tinder, glinder, boo, facebook parejas, Taimi, Instagram… ¿Y qué me he encontrado? Bueno, facebook me censuraría si subo las capturas de pantalla, así que lo describiré: ni una sola chica me ha hablado y todos, todos los chicos, me proponían sexo o me mandaban fotos de… bueno, pues eso… sin conocerme de nada. Algunos, incluso, están casados con una mujer y tienen hijos, pero, cito textualmente, “llevo vida de hetero pero lo que más me gusta en esta vida es chupar la [e]po[pe]ya a un tío”.

Así que no, no encajo porque me cuesta horrores conocer gente nueva, me he vuelto homófobo, racista y desconfiado en general. Ya hace un tiempo me di cuenta. No me gusta serlo, lo reconozco, pero los sentimientos forman parte de esas cosas incontrolables. ¿Es ese el mundo de hoy? ¿Es eso el colectivo LGTBI*+? ¿No hay nadie que busque querer a alguien y ser querido? Ya está, solo eso, ¿es de verdad tan difícil? Una profesora a la que quise mucho como persona me dijo que yo le recordaba escribiendo a M.J. de Larra. Ahora lo pienso y sí, tenemos punto de unión en la forma de escribir y en la forma de vivir. Quizá nos iguale también la muerte.

Ahora lloverán las críticas y yo lo entiendo; pero ¿cuántas de ellas habrán vivido lo que yo? Cada cual vive su vida y parece que esta es la mía. Estoy orgulloso de ser lo que soy, sí, pero el mundo está enfermo y el prejucio es como mi medicina preventiva. Esto me impide conocer gente, pero visto lo visto, los que quieren conocerme lo quieren en un sentido que yo no quiero ni puedo dar.