El nacionalista en España... ¿nace o se hace?
El hecho de ver tantas banderas en los balcones por la eurocopa me llevó a preguntarme precisamente eso que evoca el título: el nacionalista, ¿nace siéndolo o se le inculca a ello?
No miento si digo que no tengo la menor idea de fútbol, sé que se juega con un balón y que cuanto más raro sea tu apellido eres mejor jugador (o al menos más popular); así que comentaré un ejemplo de aquello que conozco un poquito mejor para tratar de encontrar una respuesta a esa pregunta. Citaré, pues, ejemplos musicales; el nacionalismo musical es algo que sin querer todos conocemos (gran parte de culpa la tienen Chopin, Smetana, Verdi, Bartok y, cómo no, Albéniz y Falla), un sentimiento nacional que sirvió para unificar a Alemania o a Italia, un sentimiento elitista que debía fluir desde los poderes políticos superiores hacia las clases más pudientes: se creó un sentimiento real que desembocó en la identidad de naciones que aún hoy se resiste a desaparecer. El propio Bartók se dió cuenta en sus estudios y grabaciones a los gitanos de cómo la música nacional se había «creado e idealizado» y no provenía del propio pueblo1. Como ésto ya ha suscitado ríos de tinta y yo no quiero entrar en materias hegelianas2, pasaré por alto todo aquello que está en nuestro (sub)consciente o a «golpe de clic» y me centraré un poco más en anécdotas de esas que no te cuentan en clases de historia (del arte, de la música…).
No miento si digo que no tengo la menor idea de fútbol, sé que se juega con un balón y que cuanto más raro sea tu apellido eres mejor jugador (o al menos más popular); así que comentaré un ejemplo de aquello que conozco un poquito mejor para tratar de encontrar una respuesta a esa pregunta. Citaré, pues, ejemplos musicales; el nacionalismo musical es algo que sin querer todos conocemos (gran parte de culpa la tienen Chopin, Smetana, Verdi, Bartok y, cómo no, Albéniz y Falla), un sentimiento nacional que sirvió para unificar a Alemania o a Italia, un sentimiento elitista que debía fluir desde los poderes políticos superiores hacia las clases más pudientes: se creó un sentimiento real que desembocó en la identidad de naciones que aún hoy se resiste a desaparecer. El propio Bartók se dió cuenta en sus estudios y grabaciones a los gitanos de cómo la música nacional se había «creado e idealizado» y no provenía del propio pueblo1. Como ésto ya ha suscitado ríos de tinta y yo no quiero entrar en materias hegelianas2, pasaré por alto todo aquello que está en nuestro (sub)consciente o a «golpe de clic» y me centraré un poco más en anécdotas de esas que no te cuentan en clases de historia (del arte, de la música…).
La escuela de Darmstadt fue una escuela creada por los aliados para «desnazionalizar» a los alemanes, en ella se enseñaba música dodecafónica y de ella surgiría el serialismo integral, cierto, pero también se enseñaba jazz, bebop… todo con la intención de erradicar ese romanticismo alemán surgido por un sentimiento nacional ario tan importante para el nazismo. Éste (el nazismo) empleó música sinfónica cargada de timbres románticos y de carácter nacional (Wagner y Strauss venían «de lujo») y había que evitar «músicas perversas» (Schöemberg se alejaba de lo totalmente estable y Mahler se burlaba con sus sinfonías de elementos tradicionales y, para colmo, ¡ambos eran judíos!). Los aliados (encabezados por los EEUU) pensaron así en enseñar música nacional que no estuviera exacerbada sentimentalmente y «nazionalizada», y en dicha escuela enseñaron el método dodecafónico de la Segunda Escuela de Viena y las músicas «traídas» de uno de los vencedores aliados, el jazz (algo paradójico pues, aunque EEUU asumió el jazz como música identitaria, digamos que no nació allí -o al menos no tuvo tanta cabida como nos quieren hacer pensar-; pero eso es otra historia). En Darmstadt se enseñó una música intelectualizada más que sonoramente organizada, timbres y alturas establecidas matemáticamente y alejados de un subjetivismo que condujese al romanticismo de nuevo; pero claro, la música siempre había sido un lenguaje compartido entre compositor, intérpretes y público, y el público de la Alemania devastada por la segunda guerra mundial necesitaba alegría, no una música pesarosa, inestable y matemáticamente deshumanizada que les recordase el gran desastre que habían vivido3.
Así pues, y como ya nos describe el esteta T. Adorno4, si desde las instituciones que intentaban forjar una nueva identidad alemana se instruyó en el atonalismo y música dodecafónica, ésta no gustó al gran público y, cómo no podía ser de otro modo, se quedó en un simple material sonoro más intelectual que musical (cojo por ese tercer factor decisivo, el público). Sin la escuela de Darmstadt no habría triunfado la nueva música popular urbana inculcada por los aliados (al menos no habría tenido tanto éxito) y la mal denominada «música clásica» posiblemente no se hubiera relegado al segundo grado (por ubicarlo en algún lado) que ocupa en nuestras emisoras de radio predilectas hoy en día. Esto es un claro ejemplo de cómo se puede tratar de inculcar una música nacional, pero los gustos radican en lo que el pueblo considere «nacional» (y eso que no quería entrar en cuestiones hegelianas). Pero eso ya está en el pasado, es del siglo XX y las cosas han cambiado mucho, ¿o no?
No debe sorprendernos pues que el público italiano se levantase y entonase el “va pensiero” junto a la orquesta y actores-cantantes contra los recortes en cultura de Berlusconi durante la representación de Nabucco, a manos de Muti, por la conmemoración de los 150 años de la unificación italiana5, pues el sentimiento nacional estaba en ellos y no en el ministro de cultura presente en la sala el cual abandonó la representación al ver lo que allí ocurría. De un modo similar y hace apenas hace un mes, yo mismo estuve a ver al teatro de la Zarzuela “Cómo está Madriz”, una reinterpretación por parte de Miguel del Arco de los clásicos “La Gran Vía” y “Año pasado por agua”, en él se hacía una crítica esperpéntica, como si una obra del propio Valle Inclán -que aparece en la obra- se tratase, hacia la sociedad y el panorama político actual (con su “trío de las ratas” formado por Bárcenas, Pujol y Fabra o su Pablo Iglesias creador del PSOE pero con coleta), pues bien, Gallardón acudió a una de esas representaciones y, al igual que el ministro italiano, la abandonó a mitad dando un sonoro portazo; días después el público abucheó a los cantantes y actores (entre ellos a Paco León) y la función estuvo a punto de ser cancelada de la temporada.
Ahora que les he puesto en antecedentes, ¿el nacionalista español se hace o ya nace siéndolo? El fútbol siempre me hace recordar que «Spain is diferent» y si hay sentimiento nacional, aún está distribuido por estamentos.
Ahora que les he puesto en antecedentes, ¿el nacionalista español se hace o ya nace siéndolo? El fútbol siempre me hace recordar que «Spain is diferent» y si hay sentimiento nacional, aún está distribuido por estamentos.
1- P. Morgan, Robert. “Nuevas tonalidades: Bartok”. En La música del Siglo XX (Akal, Madrid: 1999): 122.
2-Recordemos que Hegel define el “momento y lugar idóneo para el nacionalismo”, un “espíritu de época para cada nación”, del mismo modo Herder hablaría del “Volkgeist” o “espíritu del pueblo”.
3- Todo ésto nos lo describe con más precisión Alex Ross en libros como "Escucha esto": Ross, Alex. Escucha esto, Trad. de Luis Gago (Seix Barral, Barcelona: 2016)
4- Theodor W. Adorno. Filosofía de la nueva música (Akal: Madrid: 2003).
5- Por suerte ese momento quedó grabado para la posteridad. Víd.: “Va' pensiero... Riccardo Muti speaking about Italian culture, Opera di Roma, 12.03.2011”, YouTube video, 8:22, de una retransmisión televisiva de RAI el 12 marzo 2012, subido por “dbaronov”, https://www.youtube.com/watch?v=G_gmtO6JnRs.
2-Recordemos que Hegel define el “momento y lugar idóneo para el nacionalismo”, un “espíritu de época para cada nación”, del mismo modo Herder hablaría del “Volkgeist” o “espíritu del pueblo”.
3- Todo ésto nos lo describe con más precisión Alex Ross en libros como "Escucha esto": Ross, Alex. Escucha esto, Trad. de Luis Gago (Seix Barral, Barcelona: 2016)
4- Theodor W. Adorno. Filosofía de la nueva música (Akal: Madrid: 2003).
5- Por suerte ese momento quedó grabado para la posteridad. Víd.: “Va' pensiero... Riccardo Muti speaking about Italian culture, Opera di Roma, 12.03.2011”, YouTube video, 8:22, de una retransmisión televisiva de RAI el 12 marzo 2012, subido por “dbaronov”, https://www.youtube.com/watch?v=G_gmtO6JnRs.
Por Radagast
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