Cuando el español no es de España y en España ya no quedan españoles: percepciones de una España decimonónica
España o de “Las Españas”
Imaginemos: estamos en el siglo XIX en España y ya hablamos de crisis. Una
crisis política con la Guerra de la Independencia (1808-1814) seguida de una monarquía
aún más conservadora que la predecesora de Carlos IV (Fernando VII y el
absolutismo de 1814 a 1820) a la cual sustituirá un “no se sabe qué que qué se
yo” (Isabel II y sus amoríos, el Trienio Liberal que sacude con un despotismo arcaizante,
la I República fracasa ante una dictadura, las “caídas coloniales” …). Una
crisis social que divide el país en dos tendencias (división entre “afrancesados”
y “patriotas”, carlistas e isabelinos, liberales y conservadores, republicanos
y monárquicos…). Una crisis artística (se prohíben nuevas representaciones que hacen
emigrar a Sor y Aguado; caen en picado el número de representaciones escénicas
nacionales como la zarzuela o la música de cámara; una lírica italiana y una
escena alemana florecen y desplazan tendencias nacionales, los literatos se vuelven
pesimistas por la pérdida de colonias…). Y claro, una crisis económica que
pueda sufragar las guerras, la corrupción, las puertas giratorias,
regionalismos independentistas, etc. ¡qué no son de la España del XXI! Son
varios los compositores nacionales que tratan de recrear ese Volksgeist perdido en la música
española, pero en lugar de recurrir al nacionalismo (como poco a poco iba ocurriendo
en Europa) aquí tendemos al regionalismo para justificar la identidad nacional (y
así la zarzuela es Madrid, que es España; la jota es castilla y aragonesa, que
es España; el flamenco es Andalucía, que es España… ¡si los tópicos que hay de
España se los inventan los españoles! Pero todas las Españas (de hecho se habla
así, de “Las Españas”) son diferentes y ninguna será aquella “España: una,
grande y libre” que llegaría un siglo después.
Pero ¡qué curioso! Mientras en España miramos hacia afuera (porque cómo para ver hacia adentro) desde fuera se mira a España, ¡y como modelo musical exótico y mágico! Que si Caprichos españoles (Korsakov), que si óperas basadas o transcurridas en panorama español (Carmen de Bizet*1, Parsifal de Wagner, La forza del destino o Don Carlo de Verdi). Pero no todo fue “mirar hacia afuera” o “mirarse el ombligo”: en la música de cámara sí existió un interés por preservar e interpretar música de cámara nacional -tanto española como latinoamericana- de siglos anteriores y contemporáneos al XIX y XX que sobreviró amalgamándose y acercándose a la población del XIX, abandonando poco a poco los salones de la nobleza y haciendo precios asequibles para todo el público. Las nuevas organizaciones y sociedades musicales, preocupadas por acercar la música a un público más popular, crearon pequeñas escuelas de música que organizaban recitales para demostrar la soltura de sus alumnos en las que interpretaban desde música culta hasta popular urbana (pasando por la música militar incluso), tan vinculada al blues y jazz ya desde principios del XX. En el XX cambiaría el topos. Si bien autores internacionales como Rubinstein, Busoni, Paderewski, Ravel o Bartók pasaron por Madrid en los siglos XIX y XX, compositores nacionales estaban ganando prestigio no sólo dentro de nuestras fronteras sino también a nivel europeo y americano, así Barbieri, Chapí, Bretón y -más en el XX- Falla, Albéniz o Pau Casals ofrecieron conciertos fuera de nuestras fronteras (Tarazona 1999) pero ¡atención!, el “tópico Español” estaba creado desde “Las Españas” y la sonoridad nacional (que ahonda normalmente en la España histórica -sí, ahora una sola-Así AlAndalus, La España Romana, la España de Los Católicos, es vendida en arte como exótica, tanto dentro del País como en toda Europa.
Dónde quiero llegar… ¡Un último ejemplo con dichos sobre los españoles!: "España
es el único lugar del mundo donde 2 y 2 no suman 4″ (atribuido a Lord Wellington), “hablad de
castellanos y portugueses, porque españoles somos todos” (atribuido a Luis
de Camoens), “españoles somos y de españoles nos debemos preciar cuantos
habitamos la península ibérica” (atribuida a João Baptista da Silva
Leitão de Almeida Garrett), “no conoce Italia y no la ama, quien no ha
probado primero España”, (proverbio italiano), “a los españoles les gusta
renegar de su país y de sus instituciones, pero no permiten que lo hagan los
extranjeros” (atribuido a Napoleón Bonaparte) o el famoso “España es el país
más fuerte del mundo, los españoles llevan siglos intentado destruirlo y no lo
han conseguido” (atribuido a O. V. Bismarck)
¿Ya lo han entendido? ¡Regresemos al presente! ¿No les parece curioso? España estaba de moda en el extranjero, representaba lo exótico, lo extraño, sí, pero en el contexto positivo de los términos, era la nación mágica e ideal a la que uno debía mirar. Pero España en Las Españas… Deprimida, pesimista, en crisis, nihilismo resudando por los poros de una anciana tuerta cuyo ojo mira hacia el Norte… Así es como surgió la necesidad de crear una identidad nacional: qué tenían en común Las Españas… ¡Un pasado!¡Utilizaron el pasado para ver “lo grande que era la nación! Y a fin de cuentas, ¿Cuáles son los ejemplos -en los cuales me encanta ese plural histórico “nosotros”- que empelamos para resaltar la grandeza de nuestra nación? (XDD), sí, acertaron, frases como “nosotros fuimos un imperio donde no se ponía el sol”, “los tercios eran los mejores soldados”, etc. No juzgo, sólo me parece curioso que mientras en el extranjero se tiene claro qué es España (ole, ole; toros, flamenco, y todos los tópicos habidos y por haber*2) España se divide incluso para definir qué es España y, cuando parecen tenerlo claro, no dicen qué es España, ¡sino qué fue España! *3 Una paradoja histórica en toda regla, no hubo España, existió algo en el pasado que no era propiamente España pero de la cual salen Españas (como la teoría de emanación de Plotino, vamos). Y es que ya se sabe, “España es una gran nación y los españoles muy españoles y mucho españoles” (M. Rajoy).
Complemento: el nombre del blog
Aprovechando
todo este contexto llega el momento de explicar el porqué de Power
por “bolerias”. Teobaldo Power (1848-1884) fue un músico y compositor
canario de ese XIX tan dispar, hoy sólo recordado por los canarios (ya saben
eso de “Las Españas”) y reivindicado desde discos como “La creación musical en
Canarias: 29 obras para piano de Teobaldo Power” con Gustabo Díaz Jerez (canario)
al piano. Cuando pusimos el nombre al blog pensamos en muchos candidatos,
queríamos que fuese alguien del "panorama español” pero poco conocido por
los españoles. El apellido Power nos daba un sentido ambiguo muy útil: del inglés
se podría traducir como “poder”, ¿qué mejor nombre que un músico español cuyo
nombre en otro idioma revele poder? ¿Acaso hay algo mejor para reivindicar la(s)
cultura española que el “poder” que ésta tiene en otro idioma? Lo cierto es que
tuvimos miedo, como por reivindicar una identidad nacional desde el presente
(una sola y no la canaria, la vasca, la castellana…) tiene el peligro de ser
tildado de “facha” o “patriota”*4… ¡Miento! Si lo reivindicas desde el
fútbol no te pasará nada, tranquilo, puedes ser español sólo si juega la
selección masculina de fútbol.
Y ¿qué es eso de “bolerías”?, no existe en el DRAE.
Bien, existen el bolero y la escuela bolera, otras de esas corrientes musicales,
escuelas de enseñanza y baile que “identifican” todavía hoy a España en el
extranjero pero de lo cual la mayoría de los españoles no han oído hablar pero,
¿”bolerías”? Bolerías representa
también la ambigüedad, casi nadie conoce la escuela bolera y, desde que se puso
de moda la identidad nacional en España asociada al flamenco, las “bulerías”
son sinónimo en España de lo “español”. Es decir, el término “bolería” permite
identificar a España en el extranjero (la escuela bolera, el bolero…) a la par
que nos permitía identificar una de las Españas que ha calado en el panorama
nacional (el flamenco y el palo de la bulerías).
Por Radagast
Bibliografía complementaria
Carredano, Consuelo. La música en
Hispanoamérica en el siglo XIX. Vol. 6, de Historia de la música en
España e Hispanoamérica, de Consuelo Carredano y Victoria Eli, 305-320.
Madrid: Fondo Cultural Económico Europeo, 2008.
José Antonio Hernández Bravo, Juan Rafael
Hernández Bravo y María del Valle de Moya Martínez. «Las sociedades protectoras
musicales en el primer tercio del S. XX: el caso de "el arte musical"
de Almansa (1900-1928).» Revista de la Facultad de Educación de Albacete,
2008: 173-188.
Madrid, Universidad Complutense de. Departamento
de Arte Contemporáneo, Facultad de Geografía e Historia. s.f. http://pendientedemigracion.ucm.es/info/musica/cv/eli.html
(último acceso: 16 de octubre de 2016).
March, Fundación Juan. Música española
del siglo XX para orquesta de cámara. junio de 2000.
http://www.march.es/musica/detalle.aspx?p5=139 (último acceso: 17 de octubre de
2016).
México, Universidad Nacional Autónoma de.
Institución de Investigaciones Estéticas. s.f.
http://www.esteticas.unam.mx/consuelo_carredano (último acceso: 14 de octubre
de 2016).
Quartet, 2i2. Una Noche en Granada.
Comp. Emilio Cebrián Ruíz. 2015.
Tarazona, Andrés Ruiz. «El siglo XIX, el
siglo XX.» En Historia de los espectáculos en España, de Andrés Amorós y
Jose María Diez Bosque. Madrid: Castalia, 1999.
-*1 Aquí
habría que hablar de “El arreglito” de Iradier, pero dejémoslo para otro post.
-*2 Durante
mii estancia en Milán me enseñaron uno que no conocía, “waka waka” es España.
-*3 Cuando
ni siquiera era España, AlAndalus era AlAndalus, Hispania era Hispania, y la
España de los RRCC eran las dos Españas de los RRCC.
-*4 No
creo que seamos ninguna de las dos cosas, simplemente nos parece correcto
reivindicar también un poco lo nuestro del mismo modo (es decir, de forma
equitativa) que se pone de moda “lo americano”, “lo francés”, etc.
Pues yo me siento muy español cuando gana la selección infantil de petanca en el torneo internacional...
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