El mito del Grial como elemento unificador de la cristiandad

Este artículo es un pequeño adelanto del libro sobre el Grial que estoy realizando. No debe considerarse el contenido de este artículo como la totalidad de la información relatada, pues si el libro cuenta con más de cincuenta páginas en en la actualidad, el artículo sólo presenta un minúsculo porcentaje de la información tratada. En la publicación original, se entra en mucho más detalle en la historia de "los griales", en cómo se construyen y divergen los mitos de cada uno de ellos, en la evolución del significado, etc. 


El mito del Grial como elemento unificador de la cristiandad


Resumen

A pesar del paso de los tiempos, el “grial” sigue siendo objeto de atención de la historia diferentes medios (literatura, cine, televisión, etc). España cuenta en su haber con tres objetos que se denominan popularmente “griales”, ¿pero por qué se sitúan aquí y cuáles podrían ser los intereses históricos que hay detrás de ellos? En este laborioso trabajo se pretende esbozar una hipótesis que vincula los tres objetos como asidero mítico contra el paganismo en un momento muy concreto y convulso de la cristiandad: los siglos centrales de Eretismo y Reconquista (IX-XII).

Palabra clave: grial, unidad, España, Europa, Camino de Santiago.

The Grail myth as a unifying element of Christianity


Abstract

Despite the passing of time, the "grail" continues to be the object of history's attention in different media (literature, cinema, television, etc.). Spain has three objects called "grails", but why are they located in Spain and what could be the historical interests behind them? In this work, I pretend to elaborate how the three objects are a mythical support against paganism at a very specific and convulsive moment in Christianity: the central centuries of Eretism and Reconquest (IX-XII).

Keywods: grail, unity, Spain, Europe, Camino de Santiago.

 1. INTRODUCCIÓN: MITO Y LOGOS DEL GRIAL

El origen lingüístico y mítico de “grial

El Grial convive en el imaginario colectivo: mitos, relatos, libros, películas… han convertido esta palabra -grial- en un cuenco, en un cáliz, en un vaso, en la idea de matriz, etc.  Sin embargo, la primera vez que el término “grial” entra en el acervo lingüístico lo hace desde la “lang d'Oc” es decir, desde un primitivo francés, una lengua romance que permitía a pueblo llano, clérigos y reyes ser entendida por igual[1]. Es en el relato de un trovador que servía en la Corte de Champaña y es considerado en la historia de la literatura francesa como el primer novelista francés[2]. Siendo casi toda su vida una serie de conjeturas creadas desde la lógica de una época, conocemos realmente poco de su persona y lo que conocemos de él es gracias, precisamente, al libro que nos ocupa: Percival o la historia del Grial[3].
El libro (aunque quizá sea más correcto decir “la prosa” o “el canto”) está dedicado a Felipe de Alsacia, conde de Flandes que vivió entre el 1143 y 1191; sabemos que Chrétien estuvo a su servicio pues él mismo lo referencia en el prólogo[4]. La primera incógnita en torno al significante “grial” surge en el hecho de que Troyes abandona historia justo en el “nudo”. El hecho de saber para quién trabaja, así como saber que otros relatos suyos sí están concluidos, nos permite delimitar las fechas en las que se elaboró este poema. ¿Por qué podría haber culminado otros relatos de menor calidad y precisamente este no? Seguramente el autor escribió este relato de Perzeval antes de fallecer allá por el año 1180 (Sierra, 2018). Es en este instante cuando el término grial (o graal en el relato original) se “crea” como significante pero sin dotarle de un significado. Al articular ese término no nos dice qué objeto es, da algunas características que presenta pero no describe qué es el objeto en sí (¿una copa, una espada, un mineral…?)[5].
Pero aun siendo el primero, el grial de Troyes no será el más conocido de todos; aproximadamente once años después el minnesänger Wólfram von Eschenbach escribió una nueva versión del relato de Parzival pero, a diferencia de Troyes, lo concluye con un final que modifica la naturaleza del grial[6] y un nuevo marco geográfico para su Parzival: la montaña de Monsalvat. Sin duda alguna lo más interesante para este escrito no radica en la supuesta ubicación del poema épico, ¡Eschenbach nos relata en el prólogo que la leyenda de Parzival no es original de Troyes, sino que se trata de un relato originado en la Península Ibérica!
Pero para que el “grial” signifique “copa de cristo” aún nos quedaría conocer un relato más. Robert de Boron (nacido probablemente a finales del XII) será quien, sabedor del relato de Troyes, escriba su Joseph d'Arimathe. Borón dirá que el grial no es más ni menos que el cáliz en el que Cristo ofició en la mesa y dio a beber a sus discípulos y en el que, tras la crucifixión, José de Arimatea recogió la sangre del Salvador. Este relato nos alejaría del Montsalvat de Eschenbach, pues el grial habría llegado a las manos del mítico Rey Arturo y, por tanto, estaría ubicado entre las actuales Inglaterra, Escocia e Irlanda (territorios que a su vez en la actualidad tienen sendos cálices).

2. DESARROLLO: VERBA VOLANT, SCRIPTA MANENT

¿Fueron los relatos de Troyes-Eschenbach-Boron los que pasaron a la tradición oral europea o estos autores sólo se limitaron a escribir sus propias versiones de aquellos relatos que les llegaron desde la tradición oral -como afirma el propio Eschenbach?[7] Tenemos tres fuentes divergentes que acabarán por unificarse en un único relato a finales de la Alta Edad Media: Troyes crea el significante “grial”, Eschenbach lo sitúa en Hispania y Borón dice que el objeto es “la copa de Cristo”. Desconozco si todos los cuentos del grial parten de un relato oral, de uno escrito o se mixturan unos y otros (lo más probable), pero no es descabellado pensar que todos ellos circulasen vía oral en la Europa medieval y, a la par que se escriben nuevas versiones de los mismos (las que he citado hasta aquí), los relatos sigan circulando hasta formar un metarelato que vinculase todas las leyendas en una sola; así “el Grial es el Cáliz de Cristo y se conserva en peligro de caer en manos paganas al sur de los Pirineos, esto es, Hispania”.

2.1. El “logos” del grial. Contexto histórico de la Hispania del nuevo milenio

Es bien sabido el miedo que se profesaba al nuevo milenio: el denominado “Terror milenario” (arteguias.com, s.f.) confiere una época de Beatos y Comentarios de un Apocalipsis anunciado por la llegada de infieles y la destrucción de lugares sagrados[8]. Lógicamente ese “fin de los tiempos” nunca llegó y en agradecimiento y ofrenda se construyeron numerosos templos en el emergente estilo románico (Ortega Cervigón); estilo que será testigo pétreo de la convivencia entre cristianos y otras religiones que las jerarquías eclesiásticas cristianas no veían con buenos ojos (Mostaza Prieto, 2019). Surgen las primeras cruzadas con carácter de bula papal para “liberar los Lugares Santos de la dominación pagana” (Somerville, 1972). Asistimos a un momento convulso en el que la cristiandad busca criterios unificadores contra los paganos (incluidas aquí las herejías que surgen de la propia iglesia romana), una “cabeza de turco” al que culpar. Una hipótesis interesante de carácter hegeliano-marxista (Collingwood, 2004) surge entonces en mi análisis: la religión politizada ha sido uno de los criterios unificadores de una “unidad orgánica cristiana” interpeninsular y protoeuropea.
Sin contar con Constantinopla[9], Hispania y el territorio franco fueron seguramente los focos de acceso de paganismo y apostasía -términos de la época- más próximos del catolicismo romano desde los siglos IX al XV: musulmanes, judíos, albigenses, frailes del libre espíritu o dulcinianos son algunos ejemplos de creencias asentados en estas regiones.  No es casual que el mito griálico se asiente en esta región fronteriza que es la vieja Hispania: el grial (entendido como el cáliz en el que Cristo ofició su última cena) corre peligro de caer bajo dominio pagano y por eso ha de ser protegido a toda costa (motivación religiosa). El objeto obedece también una cuestión pragmática: la unificación de las “coronas hispánicas” y “protoeuropeas”[10] bajo la bandera de la cristiandad (motivación política que, por ejemplo, ya había usado Carlomagno). Surgiría así la primera red de intereses europea: la unificación de los territorios Católicos Apostólicos Romanos, como si de una cruzada se tratase, para proteger la reliquia del mismísimo Cristo de las manos paganas que existían en el sur de esa “protoEuropa”. Pero, ¿estuvo -o está- el grial realmente en la Península?

2.2. Características comunes de los griáles hispánicos

Esta pregunta tiene una respuesta ambigua. ¿Hay algún objeto que podamos denominar “grial” en el sentido que le dio R. de Borón como “copa de Cristo”? Sí, aquí se encuentran hasta tres de los doce que se conservan en diáspora por todo el mundo. Pero si sólo hubo un Cristo, por muy numerológico que nos resulte el doce en la cristiandad, ¿cómo es posible que haya doce recipientes? No es de mi interés responder a esta cuestión, pero la numerología sí nos permite hesitar de que, si existe un grial, éste es único (y no doce). Como adelantaba, tres son los cálices hispánicos: el cáliz castellano-leonés y el cáliz valenciano-aragonés (ambos datados en época romana, en torno al s. I), y el cáliz galaico-cantábrico (datado en el siglo IX). Vemos pues que en los tres casos el objeto “griálico” cristianizado, es decir, el recipiente en sí en el que ofició Cristo, precede a los primeros relatos en los que se habla de un objeto denominado “grial” Troyes (1180) y Eschenbach (ca. 1190) y por ende estos -sobre todo Eschenbach- pudieron tomar estos cálices hispánicos, así como las narraciones que llegarían al atravesar los Pirineos, como inspiración para sus historias. No es de mi interés explayarme en cada uno de estos objetos individualmente[11], sino dar a conocer algunas de sus características comunes que favorezcan a esa hipótesis de objetos unificadores de reinos cristianos.

2.1.1. El Camino de Santiago

La primera característica común es que nuestros tres cálices se ubican en la Península, pero además de ello los tres recorren en su legendario peregrinaje algunas estaciones clave del Camino de Santiago Frances en su ramal jaqués: Jaca, San Juan de la Peña, León, las Merindades burgalesas u O Cebreiro tienen fama de albergar, en algún momento de su historia, “El Grial”. Si estos lugares ya de por sí son claves por su propia leyenda respecto a sus respectivos cálices, imaginemos que todos ellos se ubiquen en pleno Camino de Santiago, un camino que, según relata el Doctor Barreiro Rivas (2002), servía como espíritu de cruzada y reconquista. Si trazamos en un mapa de España una línea por el ramal de Jaca del Camino de Santiago Frances y otra por algunos de los mencionados enclaves griálicos (Jaca, San Juan de la Peña, San Pantaleón de la Losa, León u O Cebrerio)[12] comprobaremos, no sin cierto asombro, que los trazados discurren en paralelo o incluso convergen en algunos puntos. No es tan inocente pensar que se usase el Camino de Santiago como salvaguarda Cristiana del (o los) objetos sagrados. Ni tampoco es de extrañar que un ideario sirva para la unificación de un territorio (bien por cuestiones políticas, religiosas o de índole que fueren). Los Reyes Católicos emplearon la expulsión de los judíos de 1492 para “unificar” bajo una religión sus posesiones o, de otra naturaleza, la figura del rey Victorio Emanuel se empleó para la unificación italiana. “La historia no se repite, pero rima”.
El problema mayor que nos ofrece esta hipótesis es de contenido cronológico-geográfico, pues cada uno esos supuesto griales se ubicó en su sede actual en diferentes momentos históricos: el grial castellano-leonés llega a manos de Fernando I de León y Castilla en torno a 1055 tras las relaciones de interés con el emir de Denia (Torres Sevilla; Ortega del Río, 2017, pág. 129), el gallego no aparece documentado hasta el milagro que aconteció sobre el año 1300 (Fernández, 2014, pág. 14) y el valenciano-aragonés abandonó San Juan de la Peña en 1399 a petición del monarca martín I “el humano” a cambio de otro cáliz empedrado (Atienza, 1988, pág. 76)[13]. No por esto podemos descartar la hipótesis establecida pues las primeras peregrinaciones a Santiago datan del siglo IX, poco después del descubrimiento de la supuesta tumba apostólica.

2.1.2. La Dinastía Navarra como origen común

Una segunda característica de todos estos caminos griálicos se da en las vinculaciones monárquicas-familiares. Ruego al lector que concentre su atención o trace un árbol genealógico[14] para no perderse entre fechas y nombres. Fernando I de León (1037-1066), quien contrae matrimonio con Sancha de León (ca. 1013- 1067), será el encargado de cambiar en 1063 la consagración del templo de S. Pelayo a San Isidoro de León al trasladar los restos del santo desde Sevilla a León (Torres Sevilla; Ortega del Río, 2017, pág. 131) y con motivo de tal solemne traslado, una de sus hijas, Doña Urraca (de Zamora), decide decorar un cáliz que el sultán de la taifa de Denia había solicitado a Jerusalén por su fama de milagroso y que ofreció como regalo a su “protector cristiano”[15] Fernando I de León (es decir, el padre de Doña Urraca). Ya tenemos localizado y testimoniado el primer cáliz[16], el de San Isidoro.
De esa unión entre Fernando I y Sancha de León nacerán Sancho II de Castilla (1065-1072), Alfonso VI de León (1065-1109), García de Galicia (1042-1090), la mentada Urraca de Zamora (1033-1101) y Elvira de Toro (1038-1099. Las andanzas del cáliz de Valenciano-Aragonés se remonta a principios del Siglo XII cuando otra Urraca, Urraca I de León (1081-1126), hija de Alfonso VI de León y sobrina de Urraca de Zamora se desposa en segundas nupcias con Alfonso I “el batallador” de Aragón quien, a su muerte, será enterrado en la capilla de San Bartolomé de San Pedro “el viejo” de Huesca. Esta capilla parece labrada por el mismo maestro de San Juan de la Peña (Atienza, 1988, pág. 28). La coincidencia es harto complicada pues es una cuestión meramente estilística pero, como ya hemos visto, San Juan de la Peña y San Pedro “el viejo” tienen cierta tradición griálica. No podemos asegurar una relación directa porque no hay ningún documento que lo acredite[17], pero el mito coincide en espacio y tiempo con, de nuevo, los herederos de la dinastía de Fernando I.
El último de la lista es el grial de Santa María do Cebreiro, materialmente muy posterior en el tiempo a los descritos anteriormente (s. IX) pero cuya vinculación también es conveniente si atendemos que en el reparto de las posesiones a la muerte de Fernando I le lega a su hijo García los territorios de Galicia (tierra que le será arrebatada por su hermano Sancho II de Castilla, el a la vez tío de Urraca de León). Es decir, el siglo XI será testigo de cómo un linaje heredero de Fernando I de León se reparte entre sí tres de los territorios con “marca gríalica”: Sancho II, hijo de Fernando I, toma Castilla[18]  (grial castellano-leonés); Urraca de León, nieta de Fernando I, se casa con el regente de Aragón (grial valenciano-aragonés) y García, hijo de Fernando, hermano de Sancho y tío de Urraca de León, recibe Galicia (grial galaico-cántabro). Todos los griáles peninsulares cuentan con sus “lazos de familia”; todos por debajo de los pirineos en lo que podríamos denominar, no sin cierto anacronismo, coronas hispánicas.

2.1.3. La nomenclatura de paisajes y tierras

Por último y de forma anecdótica hay una circunstancia que tampoco debe resultarnos ajena. Como apuntan Sierra (2018) o Atienza (1988), algunas nomenclaturas y topónimos peninsulares aluden sin disimulo a una etimología griálica: Criales de Losa en Burgos, Calcena en Zaragoza, Graus en Huesca, Cuenca o la misma comunidad de Galicia encubren de una forma u otra la idea de “grial”, “cáliz (de la cena)” o “cuenco”.

3. CONCLUSIONES

En ningún momento doy validez (ni la niego) a ninguno de estos tres cálices como aquél en el que Cristo y sus discípulos bebieron en la última cena, pero sí hemos corroborado como existen algunas circunstancias comunes que ubican cronológica y espacialmente el “caliz” en Hispania; sean éstas de carácter mítico, político, religioso o nominal.
En definitiva, si bien el mito griálico podría surgir como una tradición oral en el s. IX, no será hasta el siglo XI con los herederos de Fernando I de León y Castilla cuando se comienza a asentar el mito griálico en la Península, para atravesar después los Pirineos por el Camino de Santiago Francés de Jaca, hasta “documentarse” finalmente en el siglo XII de la mano de Troyes. Todo parece encajar a la perfección aunque, como siempre que ocurre cuando se habla del Grial, sólo tenemos las “demasiadas casualidades” frente a las “causalidades” que conforman la Historia. Esto, de momento, es una historia (en minúscula) que no puede ser Historia (en mayúscula). Desde luego si non vero, é ben trovato.

4. BIBLIOGRAFÍA


ARTEGUIAS.COM. (s.f.). Terror Milenario. El miedo apocalíptico al año mil, arteguias.com. Recuperado de https://www.arteguias.com/terrormilenario.htm (consulta: 30/03/2020).
ATIENZA GARCÍA, Juan (1988). Guía de la España Griálica. Barcelona: Ariel.
BARREIRO Rivas, Jose Luis (2002). La función política de los caminos de peregrinación en la Europa Medieval: (estudio del Camino de Santiago). Madrid: Tesis del Departamento de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad Cumplutense de Madrid. Recuperado de https://eprints.ucm.es/4107/1/T19204.pdf (consulta: 30/03/2020).
BELTRÁN, Antonio (1984). El Santo Cáliz de la Catedral de Valencia. Valencia: Instituto Diocesaano Valentino Roque Chabás.
CAMPBELL, Joseph (1959). The hero with a thousand faces. (Trad. Hernández, Luisa Josefina). México: Fondo de Cultura Económica.
CAMPBELL, Joseph (2019). La historia del Grial. Magia y misterio del mito artúrico. (Trad. Martín, Francisco López). Vilaür: Atlanta.
COLLINGWOOD, Robert George (2004). Idea de la Historia (Trad. Benítez Toriello, María Guadalupe; Utrilla, Juan José). México: Fondo de Cultura Económica.
FERNÁNDEZ, Carlos Gabriel (2014). 50 lugares mágicos de Galicia. Pontevedra: Cydonia.
MOSTAZA PRIETO, Abel (2017). El pianista Juan Pablo Gallegos. Una aproximación a su figura y a la dimensión social en La Cistérniga. Valladolid: Universidad de Valladolid. Recuperado de http://uvadoc.uva.es/handle/10324/25559 (consulta 03/04/2020).
MOSTAZA PRIETO, Abel (2019). “Cantar de ciego: una hipótesis del oficio trovadoresco en la provincia de San Esteban de Gormaz (Soria) durante el siglo XII”, Revista Eviterna, nº 5. Recuperado de https://www.revistaeviterna.com/abel-mostaza
ORTEGA CERVIGÓN, Jose Ignacio (s.f.). “El mito milenarista en la Europa Medieval”, El mito milenarista en la Europa Medieval. Recuperado de  https://www2.uned.es/temple/milenarismo.htm (Consulta 30/03/2020).
SIERRA, Javier [Museo Arqueológico Nacional de España]. (2018, junio 11). ¿Se “inventó” el Grial en España? Como investigué mi novela El fuego invisible [Archivo de Vídeo]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=nY7Rxlml7PI

SOMERVILLE, Robert (1972). The councils of Urban II. Vol. 1, Decreta Claromontensia. Hakkert: Amsterdam. Recuperado de https://www.worldcat.org/title/councils-of-urban-ii-vol-1-decreta-claromontensia/oclc/610023.
TORRES SEVILLA, Margarita, & Ortega del Río, Jose Miguel (2017), Los Los Reyes del Grial. Madrid: Reino de Cordelia.
TROYES, Chrétien (s.f.), Historia de Perceval o el cuento del grial [ebook]. Librodot.com

Cáliz de O Cebreiro

Cáliz de San Isidoro

Cáliz de Valencia



[1]En el lenguaje escrito la lengua culta tradicional era el latín.
[2]No es de extrañar este motivo, es uno de los primeros escritores que reintroduce el viejo truco de la poesía homérica en la literatura occidental: el viaje iniciático del héroe o el “monomito” como lo denominada Joseph Campbell en El héroe de las mil caras (Campbell, The hero with a thousand faces, 1949). Cabe menciona también que el psicólogo describe también el mito del grial través de la historia -remontándolo a la prehistoria- (Campbell, La historia del Grial. Magia y misterio del mito artúrico, 2019), pero al centrarse en la vinculación Europea-Irlandesa reduzco su contenido en este trabajo al simple conocimiento del mismo.
[3] La versión que leí en el año 2014 fue TROYES, Chrétien de, Historia de Perceval o el cuento del grial, Librodot.com, s.f.
[4] “Por tanto, no caerá en saco roto el esfuerzo de Chretién, que se afana en rimar por orden del conde (Felipe de Flandes) la mejor historia que se haya narrado en corte real: es el CUENTO DEL GRIAL, cuyo libro le dio el conde. Oíd cómo se las arregla” (Troyes)
[5] “Una doncella, hermosa, gentil y bien ataviada, que venía con los pajes, sostenía entre sus dos manos un grial. Cuando hubo entrado con el grial que llevaba surgió tal resplandor que al instante perdieron su claridad las candelas, así como les ocurre a las estrellas cuando se levanta el sol o la luna (…). El grial, que iba delante, era de oro fino y puro, y tenía piedras preciosas de muchas clases, de las más ricas y caras que se hallan en la tierra y el mar. Las del grial superaban sin duda alguna todas las demás piedras”. Cabe destacar aquí que también se presenta una lanza que mana sangre, si conjuramos cristianamente el título del capítulo, la idea del grial como cáliz de cristo y la lanza como la propia de Longinos, es nuestra propia imaginación la que idea qué se narra (Troyes).
[6] Para el autor será una piedra mágica caída del cielo que, al igual que el cáliz, estaría dotada de una luz cegadora. Dado que este detalle es secundario para la hipótesis del artículo, se ha optado por no dar importancia al objeto en sí mismo.
[7] En Mostaza Prieto (2017) se describen algunas características de la transmisión oral como el beneficio o disfunción de transmutarse cada vez que se relata.
[8] A este respecto es muy interesante la vinculación que el Dr. Barreiro Rivas (2002) hace entre las peregrinaciones, las cruzadas y el Beato de Liébana.
[9] Que sería cristiana hasta más allá del año juliano de 1453. No obstante sería un cristianismo oriental independiente de la Iglesia de Roma.
[10] No es correcto empleo de los términos “Coronas Hispánicas” y “protoeropeas”, ambos anacrónicos. Ni las diferentes Coronas de la Península Ibérica estaban unificadas ni la idea de Europa se había fraguado aún. Si se emplean es porque, bajo mi propio criterio, pueden facilitar al lector la comprensión.
[11] Para un conocimiento más exhaustivo recomiendo al lector acudir a los tomos que yo he seguido para la elaboración de este escueto artículo. Estos son Beltrán (1984) para el grial valenciano-aragonés, Torres Sevilla y Ortega del Río (2017) para el caso castellano-leonés, Fernández (2014) para el galaico-cántabro, y Atienza (1988) para una visión más general.
[12] Podemos incluso clasificarlos bajo “provincias griálicas”. Jaca o San Juan de la Peña pertenecerían al camino del Grial valenciano-aragonés; San Pantaleón o Criales pertenecerían al camino del grial castellano-leonés y O Cebreiro al camino del grial galaico-cántabro. Al elaborar esta agrupación a la que recurrentemente acudo, me surgió la duda de unificar los territorios gríalicos de Castilla y León, Cantabria y Galicia en un solo, lo cual no es descabellado al pensar que Las Merindades -zona cargada de mitos griálicos- (Atienza, 1988), es territorio fronterizo entre Cantabria y Castilla y León. El motivo por el cual no lo hice es por no descartar la propia tradición del cáliz gallego, que, aunque posterior cronológicamente a los otros dos, comparte las similitudes que conforman la hipótesis de este trabajo (ontología del grial gallego, nomenclatura, lazos familiares y Camino de Santiago).
[13] No será hasta 1437 cuando Alfonso V “El Magnánimo” lo deje “en depósito” a la catedral de Valencia. Ésta había solicitado al cabildo de la Sta. Iglesia Catedral un préstamo aproximado de tiento treinta y siete mil sueldos para financiar sus campañas militares en Nápoles y dejó como fianza el cáliz. Sabemos que el cáliz permaneció en Valencia desde entones -a excepción de un viaje a Las Balerares para protegerlo de las Guerras Napoleónicas-, lo que nos hace suponer que el préstamo jamás fue devuelto (aunque gracias a ello la Catedral conserva el cáliz en la actualidad).
[14] Puede localizar uno en el ya citado Torres Sevilla; Ortega del Río (2017, págs. 124-125)
[15] “Protector” porque con ello se pretendía fomentar una amistad entre el reino de León (que no cesaba en aumentar su poder) y la taifa de Denia (que necesitaba de protección ante el ataque de otras taifas o reinos cristianos). Para entrar en estos detalles, recomiendo encarecidamente la lectura de Torres Sevilla; Ortega del Río (2017).
[16] El cáliz leonés está documentado en un texto árabe datado a finales del XII hallado en la Biblioteca de Al-Azhar (Torres Sevilla; Ortega del Río, 2017, págs. 102-114). Esto no quita importancia a otros relatos, simplemente pretendo señalar la existencia de este documento frente al relato según el cual S. Lorenzo trae a Hispania el cáliz valenciano.
[17] Tampoco podemos olvidar que este grial pretende retrotraerse al 258 cuando San Lorenzo era diácono del papa Sixto II y éste le ofreció el cáliz para protegerlo en tierra de sus padres (España), datos que tampoco están documentados.
[18] Y posteriormente Galicia al arrebatársela a su hermano García.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El villancico en España: historia, música, texto y contexto. Más vale trocar de Juan de la Encina

La Religión Hitita

El síndrome de Mary Poppins