El Castillo en las nubes

El Castillo en las nubes

Torreón de Sta. María de Otero.
Imagen de Abel Mostaza Prieto.


En una ocasión estuve hablando con uno de mis amores filiales. Aunque en nuestras conversaciones invocábamos a menudo al Buda, a Platón, el existencialismo y el sufrimiento humano que perpetúa el dolor, sólo buscamos la amistad real. ¡No hay discípulo ni maestro, no hay ortodoxia, no hay fines! Nos limitamos a dejar que todo ocurra. Así, en una de nuestras conversaciones le aseguré que mi futuro no existe, existe mi fin, pero sólo como característica biológica y vital, no como idea ni como forma. Nace entonces esta historia (transcrita desde el WhatsApp):

-Tengo miedo de que seas aún más subnormal y hagas alguna estupidez, luego por la tarde te veo. El futuro sí existe, lo creamos nosotros cada segundo, cada milímetro del momento.

-¡Jajajaja!, no, bobín. ¡Aún me queda tiempo! No mucho, cierto, pero tengo todavía. La filosofía Zen es muy interesante... En una ocasión un discípulo le preguntó al Buda acerca del hombre del futuro. Buda, serio pero afable, le respondió a éste: el hombre del futuro no existe, sólo existe el presente y éste forja sobre sí el tiempo futuro del mismo modo que el ahora es el final del camino que se forjo otrora.
Cuando te digo que el futuro o el pasado no existen es porque realmente es así. ¡No existen! ¡Jamás existieron! Es algo mágico que sólo los grandes simios han aprendido a sufrir: el tiempo. Creamos el tiempo y desde entonces el tiempo nos hace daño hasta destruirnos. El Ser Humano es un ser del tiempo, de su tiempo; olvidó vivir en el momento y eso es terrible. Yo llevo años entrenando esto (no sabes tú bien cuántos) y no puedo quitarme el manto del tiempo para vivir este momento. En definitiva, no estoy hablando del fin de mi tiempo, sino de que no sé qué es lo que no sé que nunca ha existido. ¡¡Imagina un gertrerio!! ¿Cómo lo imaginaste? ¿Pudiste hacerlo? Eso mismo es lo que pasa con el futuro: podemos imaginarlo, pero realmente no existe.
¿Crear? Dices que el futuro lo creamos milímetro a milímetro. No, no es “crear”, “crear” implica determinar, escoger: hay una elección. Imagina el futuro como un castillo en el las nubes; el castillo está hecho de aire: un aire etéreo para sus muros, un gas más pesado para sus ventanas, un aire que huele muy bien para el exterior de sus muros y un aire hediondo en su interior (por eso alguien ventila cada amanecer). El castillo está ahí, en las nubes, pero como está hecho de aire y a gran distancia tú no lo puedes ver desde tu posición terrena. Puedes imaginarlo quizá, pero no verlo. Tan ilusionado estás en imaginar ese castillo que, de vez en cuando, decides atar un ladrillo a un globo para que ascienda con el fin de que un supuesto Creador, un Demiurgo, un Hacedor, o unos Maestros Canteros del tiempo los tomen y sustituyan ese aire con tus ladrillos de modo que, gracias a tus pesados ladrillos, el castillo tome tangibilidad y se haga físico (el ser humano de hoy necesita que todo sea dimensional, palpable, creído en lugar de creíble). Sabes que si ese Demiurgo sustituye el aire del castillo por esos ladrillos que tanto tiempo te costó tallar, éste pesará más y descenderá poco a poco de las nubes hacia la tierra que tu pisas. Una vez en tierra tú jamás recordarás que fue un castillo de aire porque ya lo tienes aquí. ¿Recuerdas que te dije que el ser humano sólo valida como real aquello que es tangible y medible?

En esta historia que me acabo de inventar, ese castillo es el futuro. Está ahí, pero al mismo tiempo no está. Tú sólo te imaginas una construcción en las nubes. Los ladrillos que tú mandas son tus historias (estudios, amistades, etc.) y ascienden gracias al globo de tus sueños y esperanzas. Pero claro, el castillo ya existía en cierta manera, pero no existía al mismo tiempo porque no tenía dimensionalidad. Tú no determinaste cómo era el castillo, sólo le mandabas ladrillos. La forma es fruto de la propia causalidad creativa de la propia naturaleza demiúrgica: algunos ladrillos que enviaron otras personas, ventanas translúcidas y etéreas que te permiten ver un pasado algo borroso... Tú no das forma al castillo, sólo le das algunos de los materiales. ¡Ah! ¡Y no nos olvidemos de que algunos ladrillos no llegan al castillo porque los pájaros del destino o las piedras que tira Envidia rompen algunos de los globos y acaban incrustándose entre los ladrillos del muro del castillo! Tus historias y deseos forjaron sus muros hasta hacer que el castillo fuera pesado y estuviese forjado, pero la forma... La forma es fruto de muchas más cosas, algunas que consideraste en su momento y otras que no. Ese castillo ya no está en las nubes del futuro, ahora está en la tierra del presente y lo consolida aquello que tú mandaste en el pasado, lo que otros mandaron, piedras de diferentes tamaños que los pájaros del destino o Envidia colocaron… Un bonito castillo, cierto, pero ya no tan bonito cómo lo imaginaste cuando estaba hecho de aire.

Lo que no sabes es que mientras el castillo cobraba forma y se iba acercando a la tierra del presente, otro nuevo castillo más ajado y menos sublime iba cobrando forma en el aire. La ventaja es que mientras mandabas materiales al anterior castillo, aprendiste cómo eludir algunas de las piedras de la envidia, decidiste enterrar en el pasado otros ladrillos, algunos olvidaste dónde están o simplemente no recuerdas ni que existen... En definitiva, ya tienes experiencia creando castillos, así que aunque más ajado y de apariencia más débil, para este nuevo castillo -por ahora de aire- te resultará más fácil enviar materiales. Eso, amigo, es la experiencia. Y bueno… algún día te echarás a dormir y el castillo quedará sin acabar, ¡aunque seguro que alguien utiliza algunos de los materiales de tus castillos para hacer descender los suyos propios!

Me gusta cómo me quedó esta historia, quizá la escriba...

- El futuro se resume en pajas mentales, creemos que pueden pasar ciertas cosas simplemente. JAJAJAJA. La historia ha quedado bonita y, puesto que ese futuro no existe, sí que hay esperanza de que ese futuro sea como queramos.

-Esperanza quizá, ésta es necesaria. ¿Recuerdas los globos que suben al castillo cargando con tus ladrillos? Pero son globos y ladrillos, no el castillo en sí. No es la realidad.

- ¿Y tienes esperanza en que te ayude entonces?

- Agradezco enormemente tu sacrificio, pero acabarás mojado y no arreglarás nada. ¿Ok? Tú tranquilo, ya te dije que estar triste es sano y necesario siempre y cuando sepas reconocer y gestionar esa emoción como dolor y no como sufrimiento. No te mojes a lo tonto. Eres buen chaval, disfruta estos que son los mejores años de tu vida. Durante un año puedo gestionar esas emociones gracias a mi formación y mi experiencia, luego ya no porque mi castillo pesa demasiado y caerá sobre mí demasiado rápido. ¿Ok? No te preocupes, estoy bien, de verdad, sé controlar mis brotes de locura. JAJAJAJA. No te rayes, ¿ok?

-Que no me rayo de verdad.... Pero sabes qué haré esta tarde 😂. Me conoces y te conozco, por eso a veces damos miedo.

- JAJAJA, no sabes cómo te odio... Te lo juro

Es una historia real: no habla de la sabiduría, de la ignorancia, de la estuticia o de la estupidez de dos jóvenes. Simplemente es una historia más, válida en su faceta literaria y literal.


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