El Castillo en las nubes
El Castillo en las nubes Torreón de Sta. María de Otero. Imagen de Abel Mostaza Prieto. En una ocasión estuve hablando con uno de mis amores filiales. Aunque en nuestras conversaciones invocábamos a menudo al Buda, a Platón, el existencialismo y el sufrimiento humano que perpetúa el dolor, sólo buscamos la amistad real. ¡No hay discípulo ni maestro, no hay ortodoxia, no hay fines! Nos limitamos a dejar que todo ocurra. Así, en una de nuestras conversaciones le aseguré que mi futuro no existe, existe mi fin, pero sólo como característica biológica y vital, no como idea ni como forma. Nace entonces esta historia (transcrita desde el WhatsApp): -Tengo miedo de que seas aún más subnormal y hagas alguna estupidez, luego por la tarde te veo. El futuro sí existe, lo creamos nosotros cada segundo, cada milímetro del momento. -¡Jajajaja!, no, bobín. ¡Aún me queda tiempo! No mucho, cierto, pero tengo todavía. La filosofía Zen es muy interesante... En una ocasión un discípulo l